Festival Off: La joya escondida

Festival Off

Venidos de varios rincones del mundo (Paraguay, USA, Japón, Inglaterra, España), con paso firme y un poco de timidez entraban en escena. Se sentaban con su instrumento en la solitaria silla al medio del escenario y, tras un breve instante de concentración, comenzaban a tocar. Pocos momentos después, el hecho de que aquellos chicos eran presentados como «jóvenes promesas de la guitarra», había quedado en el olvido. Si en un principio era su juventud lo que asombraba, a medida que desarrollaban sus conciertos, sorprendía aún más la maestría con la que abordaban cada pieza.

Pulsaciones limpias, virtuosismo, sentimiento: de todo esto y más hacían gala los intérpretes invitados al Festival Off, un par de conciertos gratuitos, organizados y ejecutados con total entusiasmo como parte del VI Festival de la Guitarra de Sevilla en la sala Joaquín Turina de esta ciudad. Con esta idea, se ha hecho posible la incorporación de los talentos más jóvenes al mismo escenario por el que a lo largo de los años hemos visto desfilar a grandes maestros internacionales, .

El Festival Off conlleva además la intención de abrir un espacio para la presentación de estos intérpretes fuera de toda competición o concurso. Y con esto, los organizadores han tocado una de las fibras esenciales de eventos de este tipo: el arte hecho por sí mismo, sin otra retribución que no sea la de lograr el acto cultural por excelencia, el de la comunicación de almas entre el intérprete y su público.

La entrega con que tocaron sus programas estos jóvenes talentos tuvo la mejor de las respuestas: en la sala de conciertos se podía sentir el gusto con que el público estaba asistiendo a estas presentaciones. Su afinidad con los intérpretes era palpable, y la generosidad con que los aplaudían al terminar cada pieza era una prueba de ello. A la salida, acompañados por una copa del buen vino que Bodegas Reconquista ha elaborado especialmente para el Festival, todo era sonrisas, felicitaciones —¡qué bien lo has hecho, hijo!—, palmaditas en la espalda. Sólo por esto, el largo viaje había valido la pena.

Si bien hemos tenido ya la oportunidad de presenciar varios conciertos memorables en esta fiesta de la guitarra, y con la perspectiva de otros igualmente prometedores en los próximos días, hemos salido del Festival Off con la impresión de haber descubierto la joya escondida de esta edición.

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Enlaces interesantes:

Festival de la Guitarra de Sevilla (sitio oficial) + Youtube + Facebook

Lo pequeño, si bueno, nos hace grandes

Bertolt-Brecht

En la vida cotidiana, a veces un tropiezo accidental se convierte en todo un descubrimiento. En cuanto a la ciencia, es casi una ley esta del accidente afortunado que termina dándole un empujoncito al mundo.

Cuando algo así sucede en literatura, es el universo personal el que cambia. En una sensación casi física, el alma se ensancha intentando abarcar la magnitud de lo encontrado. Puede que luego vuelva a encogerse, es cierto, pero después de haber tocado el infinito podemos estar seguros de que ya nunca seremos como antes.

El ejemplo lo traigo fresquito. Esta mañana he chocado —esa es la palabra precisa— con Bertolt Brecht. Solo con algo de su obra, lo más simple que no por eso es sencillo. No con su teatro o sus grandes poemas, sino con las Historias del señor Keuner.

Debo decir que nunca había leído a Brecht. Enfrentarse a uno de los grandes nombres de las letras siempre amedrenta un poco, de ahí que no dejara de asombrarme al descubrir lo afín que me resultaba su lectura.  Estas historias se me hicieron cercanas, certeras, agudas, simpáticas muchas de ellas. Son historias que hacen pensar, pequeñas parábolas para leer en un minuto y rumiar durante toda la jornada, y eso es justo lo que mi gusto anhela.

Un hombre que hacía mucho tiempo que no veía al señor K. le saludó con estas palabras:
—No ha cambiado usted nada.
—¡Oh! —exclamó el señor K., empalideciendo.

Las encontré en el libro «Historias de almanaque», y luego de ver unas pocas (no son para leer todas de un tirón),  me fui a conocer algo de su biografía. Hoy, justamente hoy, Brecht cumpliría 117 años. Las casualidades, dicen, no existen. Aquí queda este texto a modo de homenaje al excelente autor que sabía y sabe atrapar a sus lectores con unas pocas palabras.

FICHA BIBLIOGRÁFICA:

Título: Historias de almanaque
Autor: Bertolt Brecht
Traducción: Joaquín Rábago
Alianza Editorial, Madrid, 1987
ISBN: 84-206-1560-9

(Imagen tomada de Wikimedia Commons)

La crítica social en la literatura

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Vengo de leer un artículo en el que entrevistaban a un escritor, tan respetable como todos los escritores y aún más, quizás, por la edad que ya carga en sus costillas. De alguna manera, el periodista dedujo de las palabras del entrevistado que la novela negra permite hacer crítica social, y convirtió esa frase en el gancho de su texto. Con independencia del hecho de si tal interpretación es correcta o no, la afirmación como tal me dejó pensando.

Leo mucho, y suelo aventurarme con todos los géneros. El último libro que leí el pasado diciembre fue precisamente una novela negra. En lo que va de este año, ya han pasado por mis manos obras tan diferentes como una novela romántica costumbrista, una autobiográfica, una de fantasía y una que no sé muy bien cómo calificar de tan insulsa que resultó; además de dos poemarios, uno de un poeta joven y otro de un maestro renombrado de las letras.

A pesar de tan amplia variedad, si algo hubo de común en estas lecturas fue la crítica social. Tanto velada como explícita, estaba presente en todas esas obras, sin excepción.

Y es que el hombre es, por naturaleza, un ser social. Es sólo en relación con otros seres humanos como puede llegar a conocerse a sí mismo. La literatura, pues, como el poderoso instrumento cultural que es, ayuda fundamental en nuestro desarrollo, no puede evitar una condición tan básica. Es esto lo que me lleva a preguntarme: si bien estamos de acuerdo en que la novela negra permite hacer crítica social, ¿hay algún género que no lo haga?

(Imagen tomada de Wikimedia Commons)